El atardecer
Hay personas que asocia los atardeceres a un momento de reflexión, puesto que es el paso al final del día y nos invita a pensar sobre lo que hemos hecho. Si metafóricamente se amplía al ocaso de la vida, en nuestros últimos momentos, es la hora de hacer repaso a todos los años vividos.
Para otros
el atardecer significa simplemente un momento de paz y reposo tras el ajetreo
del día, y, también, puede suponer un momento que marque un cambio, puesto que
con el siguiente amanecer todo empezará de nuevo.
Hay algo de
verdad detrás de la frase "cielo rojo en la noche, placer de los
pastores", porque los atardeceres rojizos están asociados a sistemas de
alta presión que no remueven todo el polvo de la baja atmósfera, y la alta
presión suele significar buen tiempo.
Pero sería
mucho decir que nuestra capacidad de apreciar un atardecer responde a un
mecanismo genético para pronosticar las condiciones meteorológicas.
Más bien
hemos desarrollado un sentido estético como parte de las más amplias facultades
analíticas de nuestra mente.
Pero lejos de ser superficial, la "belleza" es una forma de medir la fundamental "idoneidad" de algo.
En las personas, por ejemplo, los atributos que nos parecen bellos generalmente están relacionados con la salud física o la capacidad reproductiva.
En lugar de valorar de forma independiente todos estos atributos diferentes, se unen en una sola medida: belleza.
El
filósofo Dennis Dutton ha sugerido que las planicies ondulantes con algunos
árboles aquí y allá, que tan a menudo se representan en las pinturas de
paisajes, nos parecen hermosas porque nos recuerdan las sábanas de la época del
Pleistoceno, cuando el Homo erectus comenzaba a desarrollar un
sentido de la estética.
Muy bonitooo
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